Por Mateo mayo
Han arrancado las campañas electorales en México y los partidos políticos han definido las candidaturas a los distintos cargos de elección popular. Con ello, el electorado ya se ha podido formar un criterio sobre la «oferta» política para las elecciones del 2021. Sin embargo, esto no ha sido del todo bien recibido.
Conforme se anunciaron los registros de diversos candidatos, salieron a la luz notas periodísticas sobre actores, luchadores y exfutbolistas, registrados como candidatos de un partido. Se escucharon nombres como los de Carlos Villagrán “Quico” —quien no consiguió afianzar su candidatura—, el polémico Alfredo Adame, la cantante Paquita la del Barrio, el luchador Tinieblas Junior y muchos más.
Este fenómeno político plantea que es posible que para estas elecciones las alternativas políticas política nuevamente parezcan lejos de la figura tradicional y orientadas hacia figuras del espectáculo. Vale la pena analizar el por qué.
Primero, la ciudadanía conserva en su mente un estereotipo de político, que asocian con corrupción, mentiras y falsedad. A priori, se puede deducir que la ciudadanía está cansada de los mismos políticos. Es por esto que los partidos buscan «perfiles nuevos».
Segundo, a nivel estratégico los nuevos partidos como RSP y el PES, necesitan candidatos capaces de movilizar votos suficientes para superar el umbral del 3%, a fin de sobrevivir y mantener su registro. En ese sentido, la estrategia de colocar candidatos que ya han estado en el ojo público, por provenir del mundo del espectáculo, resultaría eficaz.
En otras palabras, no postularon candidatos «capaces» de gobernar o legislar, pues no pretenden ganar, sino conseguir un margen de votación suficiente para no dejar de existir. Como consultores y estrategas es posible calificar esta jugada como «acertada» para cumplir el objetivo, sin embargo, vale la pena analizar este fenómeno también desde la ciencia política y desde la óptica del elector.
La Ciencia Política otorga conceptos básicos para entender este tipo de fenómenos. Uno de estos es la representatividad, que es la capacidad y legitimidad para actuar, hablar y tomar decisiones en nombre de un grupo de personas. Este concepto permite plantear preguntas interesantes como: ¿la ciudadanía quiere ser representada por políticos provenientes del mundo del espectáculo? o ¿México está experimentando una crisis de representatividad que obliga a los partidos a postular personas del mundo del espectáculo?
Tal parece que la postulación de candidaturas «espectaculares» responde a una estrategia de los partidos políticos, para conseguir su fin, pero no necesariamente coincide con los fines y deseos de la ciudadanía. Esto último solo lo veremos hasta tener el resultado de la elección. Será ahí cuando descubriremos si realmente la ciudadanía quiere ser representada por este tipo de políticos.
Como elector, me preocupa la oferta política que plantean y es que esto permite revivir un debate pendiente en la política: ¿necesitamos profesionalizar más la política o abrirla más? o ¿necesitamos convertirla en un mejor espectáculo? A mi parecer, espectáculo es lo último que necesita la actividad política del país, sin embargo, la decisión final se tomará en las urnas.
México. Estudiante de Relaciones Internacionales. Consultor jr. Independiente especializado en marketing político y diseño de campañas.