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por Viviana Mondragón

En los sistemas políticos democráticos, los grupos, partidos y organizaciones no oficialistas cuentan con canales de comunicación que garantizan una visibilidad básica; por lo contrario, en sistemas autoritarios, de concentración de poder o de partidos hegemónicos, esos espacios se acotan y cierran.

La posibilidad de esos actores de convertirse en un asunto de relevancia pública queda determinado por la capacidad propia para ser noticioso.

En esos contextos de acotado acceso a la visibilidad, los partidos políticos y los grupos no oficialistas tienen en los parlamentos escenarios idóneos para desarrollar estrategias de comunicación que los pongan en la escena pública, que los hagan de relevantes como oposiciones.

La comunicación política parlamentaria tiene una tarea central en la construcción de oposiciones visibles y competitivas, aquellas que logran colocar su agenda legislativa en la cima de la cabeza[1] de la gente y eventualmente ganar el poder; o bien de oposiciones acotadas y testimoniales, que se extinguen o se convierten el satélite de otros.

Una buena estrategia de comunicación te pone en la agenda, la carencia de esta te borra de la escena pública.

Pero, ¿cómo debe ser la comunicación parlamentaria de una oposición competitiva?

  1. Está autodefinida. Saben que tipo de oposición son, cuál es su misión, valores, objetivos y metas, así como un plan para lograrlo; pero sobre todo, saben como comunicarlo.
  2. Tiene una agenda propia. Es autónoma en sus propuestas no solo es contestataria del gobierno, sino que tiene una oferta política para la sociedad, además, y quizá más importante, no pone en el centro de su comunicación al adversario.
  3. Su agenda es de alto impacto; la cual debe tener al menos tres características: a) es resultado del conocimiento de la sociedad, no de la intuición o de las preocupaciones personales; b) jerarquiza los temas de mayor preocupación de los ciudadanos; y c) es una agenda breve que entiende el dicho popular «el que mucho abarca, poco aprieta», por eso es estratégica, compuesta de 3 a 5 temas, no así exhaustiva de todos los asuntos públicos.
  4. Su agenda está en todos lados. Se trata de que todos los parlamentarios la repliquen, la integren a sus discursos y comunicaciones, que esté alineada con la estrategia de comunicación del partido y que sea parte del plan de Relaciones Públicas con las organizaciones de la sociedad civil, los grupos de interés, colectivos y ciudadanos en general. Que en todo el mix de comunicación esté presente.
  5. Son disruptivos, se convierten en noticia. No sólo se trata de seleccionar los temas de mayor interés de los ciudadanos, sino de comunicarlos de forma asertiva, que llamen la atención de la gente, y ello no es sinónimo de estridencia o confrontación, sino de romper con la forma tradicional de comunicar, eso tiene implicaciones, desde el lenguaje que se utiliza, hasta la selección de los instrumentos de comunicación que se eligen.
  6. Se comunican con emoción y sencillez. Uno de los principales retos de la comunicación parlamentaria es traducir el lenguaje técnico y jurídico de las leyes, de la economía o de la diplomacia, a un lenguaje coloquial que sea entendido por todos, pero sobre todo que vaya dirigido más al pathos que al logos del ciudadano, es decir, que emocione a las personas. Es la emoción lo que cambia o mueve el comportamiento y no viceversa.  
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La comunicación asertiva de las minorías en los parlamentos, construye oposiciones que se fortalecen, se posicionan y se vuelven competitivas. En tanto, las minorías que no comunican de forma exitosa, no crecen, están fuera de escena pública y en el extremo del caso desaparecen.

La comunicación política parlamentaria tiene una tarea central no solo en la construcción de las oposiciones, sino como lo decía Gianfranco Pasquino en su clásico libro La Oposición, en la prevalencia de los sistemas democráticos caracterizados por la pluralidad y la diversidad. Sin duda, ahí debe estar el foco de atención de las oposiciones, especialmente en los sistemas que pretenden acotarlas, limitarlas o incluso extinguirlas.

#CuidadoAhí 


[1] En palabras de John Zaller, “top of mind”.

Viviana C. Mondragón Lazo

@ViviMondragonL

México. Apasionada de la política y la comunicación. Especialista en política parlamentaria. Comunicar es emocionar; importa más lo que entiende la gente, que el mensaje que usted quiera decir.

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