El derecho al voto es una de las bases fundamentales de todo sistema democrático. Cada cierto tiempo la ciudadanía sale a las urnas para decidir quién será su representante. Desde la psicología, el voto se puede entender como una decisión, que parte de un análisis previo, ya sea por factores emocionales o racionales, y que está configurada con base en la percepción del elector.
En la ciencia política, la psicología e incluso en la economía, existe una corriente que plantea que las personas toman decisiones con base en criterios racionales, es la denominada teoría del rational choice. De acuerdo con esta teoría, las personas realizan un análisis orientado a maximizar su beneficio y a reducir los costos. Esto sería cierto en un entorno en el que el electorado fuera homogéneo, con un nivel educativo mínimamente alto, pero la realidad es mucho más compleja, el electorado no es uniforme sino diverso, con distintos niveles educativos, diversas ocupaciones y necesidades.
Esta corriente considera que todas las personas tienen la información suficiente para realizar un análisis racional, pero en política las emociones juegan un papel fundamental, debido a que son el medio por el cual los políticos conectan con el electorado. Si únicamente se orientaran los mensajes hacia el tipo de pensamiento racional, sería más difícil conectar con el elector, por lo que los mensajes no se pueden orientar exclusivamente a cuestionas racionales como: ¿quién es el mejor candidato o candidata? o ¿quién tiene las mejores propuestas?. También es importante que el candidato o candidata conecte con el electorado y esto solo se logra, en la mayoría de los casos, a través de las emociones.
El electorado no solo evalúa sus opciones con base en criterios racionales, sino también con factores emocionales, como la simpatía, la antipatía, el sentido de pertenencia, la decepción de opciones anteriores, el hartazgo, la búsqueda de cambio y/o la esperanza, por mencionar algunos.
Otro elemento teórico de la psicología que permite entender el voto es la ley del mínimo esfuerzo. Esta plantea que, ante varias opciones, la mejor opción será la que implique el menor gasto de energía, es decir, el menor esfuerzo. Son pocos los segmentos del electorado los que dedican tiempo y esfuerzo a analizar racionalmente la oferta política de una elección, por lo regular, las personas tienen de decidir con base en otros criterios. Por ejemplo, el primer votante suele preguntar a sus amigos y amigas por quién votarán para basar su decisión, de esta forma aplica la ley del mínimo esfuerzo, debido a que en lugar de realizar un análisis propio busca a alguien que ya haya realizado ese análisis.
No todo el electorado tiene el tiempo para detenerse a pensar su voto, por ello prefieren basarse en criterios emocionales; si les agrada el partido, si lo detestan, si quieren un cambio, si no lo quieren, etcétera. Por eso, la batalla de los mensajes políticos también debe dirigirse a las emociones del elector, ya que, nos guste o no, a quienes nos dedicamos a la consultoría y al análisis político, el elector es también emocional.
Si quieres que un determinado grupo vote de cierta manera, necesitas convencerlo, ya sea por la emoción o la razón, para que el día que vaya a las urnas ese factor sea el que propicie que el electorado vote por ti.
México. Estudiante de Relaciones Internacionales. Consultor jr. Independiente especializado en marketing político y diseño de campañas.
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