Entre el miedo, la ignorancia, el desdén y el franco desinterés de un sector de la población, y también de algunos políticos y funcionarios; hemos sido testigos de «campañas» de información que dejan más dudas que certezas, que siembran un camino lleno de inconsistencias perjudicando los esfuerzos hechos hasta hoy por contener y controlar el COVID-19.
En México, donde el presidente no usa cubrebocas mas que en contadas ocasiones —y eso más a fuerza que por convicción—, el esfuerzo comunicativo no termina de «cuajar» a pesar de tener ya más de 4 meses con las conferencias «mañaneras» y las «vespertinas» de parte de la federación.
También las comunicaciones y boletines digitales, sin olvidar los anuncios «espontáneos» que no inciden en el mensaje central, resultan gran parte del tiempo contrarios a los objetivos ideales. Es claro, de base, no hay una línea que comunique y marque el guion de una situación tan cambiante.
Esto redunda en la aprehensión del mensaje por parte del receptor pues mucha gente no comprende bien el alcance y tergiversa las palabras y mensajes. ¿El problema es entonces del receptor?: Sí y no. Si bien hay información útil, pocos mexicanos pueden dedicar dos o tres horas diarias para tener claridad de ella, falta entonces que esta información se difunda en otras plataformas, con otros lenguajes, con otros formatos pero sobre todo, con otras intenciones.
****Hace falta un ejercicio honesto para comunicar las cosas «como son», crudas, reales, para que desde ahí —la claridad— se puedan generar acciones de persuasión y convencimiento, no solo a las y los ciudadanos, sino también a los funcionarios.
¿Cómo informar un plan de reactivación y «descontención» en medio de la fase 3 de contagios y sus números crecientes?
La contención de los riesgos, desde la comunicación oficial debe incluir sensibilidad, empatía, sentido común, experiencia y consistencia para poder persuadir; de esta manera, la habilidad de comunicar está fallando; por más tiempo que tengamos en medios, por más mensajes que difundamos, si no establecemos estrategias y acciones persuasivas así como responsables, el impacto y los resultados serán cada vez más difíciles de alcanzar.
Para muestra: ¿Cuántos siguen en las calles sin usar un cubrebocas?, y peor aún, ¿cuántos mas desestiman las medidas e invitan a otros a salir como si no estuviéramos en una emergencia?
No es fácil. Persuadir, desde la comunicación de gobierno, implica algo fundamental en la democracia: el diálogo entre todos los actores, uno que nos permita reflexionar, implementar, convencer, corregir y reconocer los errores y omisiones.
Este diálogo puede ser una pauta para comenzar a reconstruir una sociedad que, entre pandemias y transformaciones, se ha quedado atorado. Ojalá veamos pronto ejercicios persuasivos con responsabilidad desde la Comunicación Política y todos lo agradeceremos.
México. Especialista en relaciones públicas, gestión de crisis, protocolo oficial y organización de eventos.
Deja una respuesta