El coronavirus ha superado la capacidad de comunicación de cualquier Estado, de cualquier periodista; sí, y lo ha hecho con sus propios efectos, con síntomas, con muerte, con dolor. No le hizo falta todo un gabinete de prensa para decirle al mundo entero que llegaba para quedarse y demostrar que hasta las grandes potencias mundiales son débiles cuando de Covid-19 se trata.

Y es que en realidad nadie se prepara para la crisis, los manuales y protocolos están archivados o a lo mejor ni existen, pues la alarma de saber cómo actuar y sobre todo qué comunicar no estalla hasta que tenemos en frente al enemigo, en este caso a un virus que desde finales de 2019 ha infectado a más de 4 millones de personas aproximadamente. 

El Ecuador, nuestro país, no está lejos de esta realidad. El Comité de Operaciones de Emergencia Nacional, tiene como principal al Vicepresidente (porque el primer mandatario figura entre los grupos vulnerables), pero también está al frente la Ministra de Gobierno, la Secretaría de Riesgos, el Secretario General de la Presidencia, entre otros más que quieren ser protagonistas y hacen de “voceros oficiales” manejando una frágil línea discursiva.

El entrenamiento en estas circunstancias se hace esencial, ninguno de estos voceros es epidemiólogo, pero sí político, por tanto, entiende a la perfección que la confianza del pueblo se consigue con el mensaje, que en este caso es cambiante por la misma naturaleza de la crisis, mas no constante como el que el político está acostumbrado a repetir en cada mitin. En tal escenario, un especialista ejercería mejor la vocería, de ahí que deberían educar a los políticos para que emitan el mensaje diario.

Ahora, en Loja, se refleja aparentemente la misma dinámica “comunicacional” que ha puesto a prueba la capacidad de liderazgo de las autoridades y ha dejado al descubierto las deficiencias existentes, conflictos, división.

Entregar la información de manera clara y transparente en situaciones de emergencia, no debería repensarse, porque precisamente por ablandar las cifras es que se hace presente la incertidumbre que propaga los rumores y las noticias falsas, desatándose el miedo y la ansiedad de una población que ignora cómo evitar exponerse.

En medio de la crisis sanitaria surge la crisis de comunicación de la que todos debemos hacer mea culpa. Varios periodistas consultados lo aceptan, sobre ellos pesa tal responsabilidad al tratar de ser objetivos que, insistir con la entrega de la información oficial, ha sido fatigante.

Rosario Córdova, periodista local, dice que con ella no va ser caja de resonancia, a través de sus redes sociales ha sido crítica a las inconsistencias de los datos provenientes desde la Gobernación y la Coordinación de Salud con números que, según indica, no coinciden los unos de los otros, obligándola a buscar otras fuentes para verificar y contrastar los posibles errores detectados.

Los datos cambian tan rápido y son difíciles de interpretar que, en el intento de una primicia, el periodista está sujeto a equivocarse emitiendo así una dudosa gestión de la realidad.

Lo fundamental es que la autoridad sepa trasladar la información de manera adecuada, precisa y esté a la altura de las circunstancias. Manejar una crisis, entendemos, no es nada fácil, pero si no se puede construir el mensaje con base en las prioridades de la gente, no se es para nada sensible ante el dolor ajeno.

Pero ¿qué dicen las autoridades ante los baches comunicacionales que han existido en esta pandemia?, nos quedaremos con la duda, buscamos un acercamiento con las autoridades por intermedio de quienes están al frente de la comunicación en la Gobernación y Coordinación Salud y las solicitudes de entrevista quedaron en visto, y con esto coinciden varios colegas de la comunicación, dialogar con los principales en Loja, fuera de ruedas de prensa virtual, es todo un trámite selectivo.

Mientras tanto, el escenario político electoral que se ha montado con la pandemia ha sido visiblemente expuesto en las redes sociales, aunque se rehúsen a aceptarlo, esta ha sido la mejor plataforma de los aspirantes a un cargo de elección popular.

Las redes sociales han dejado en evidencia la idiosincrasia política, destaca Carolina Suárez, comunicadora y experta en TICS; para ella, el oportunismo se ha valido de estas herramientas para ‘llevar agua a su molino’, para sacar provecho y beneficio político del riesgo, del dolor, de una serie de circunstancias que no siempre son buenas para los ciudadanos.

Si bien las redes permiten viralizar acontecimientos, están siendo subutilizadas para el protagonismo y la desinformación, un fenómeno que se ha reproducido igual que el coronavirus, influyendo no solo en las decisiones individuales de la población, sino también a nivel general en aspectos culturales, sociales y políticos.

La Organización Mundial de la Salud advierte sobre otra amenaza que acompaña al COVID-19: la infodemia, como la ha denominado, retrata la abundancia de rumores, bulos y datos falsos que propaga la desinformación entre la sociedad.

En este tiempo, las noticias se han convertido en el insumo más demandado, al punto que las redacciones trabajan en remoto y los datos van y vienen con tal inmediatez que esta dinámica ha permitido a otros internacionalizarse, lo ha hecho Marcela Constante, corresponsal del canal nacional RTS y medios extranjeros, quien tiene la impresión de que la predisposición de las autoridades ha sido medianamente mejor para con los medios más grandes, ya que se convierten en la pantalla gigante que “magnifica” su gestión en territorio ante el gabinete de gobierno. 

Claro, no es momento de señalamientos, en tiempos de incertidumbre la estrategia es generar confianza, pero de eso no va la comunicación en el país, está sumergida en la falta de empatía y de preparación de las autoridades que con sangre fría se toman a la ligera una entrevista, que acuden a la prensa con verdades a medias, visiblemente sesgadas, pero eso sí, son expertas en amenazas políticas, en peticiones de renuncia, en la adquisición de kits humanitarios y el lavado de manos.


 Claudia Román Galindo

@claudiarogal

Ecuador. Licenciada en Ciencias de la Comunicación Social por la Universidad Nacional de Loja y maestra en
Comunicación y Marketing Político por la Universidad Internacional de la Rioja.


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