por Lorena González Boscó
En la utopía, el éxito de una democracia se basa en la participación ciudadana, la cual va mucho más allá de un proceso electoral. Es la capacidad que tiene una población para resolver los desafíos que se le presentan en los espacios donde comúnmente convive.
En estos días hemos visto una serie de desatinos por parte del Estado, el cual entendemos como gobierno, población y territorio, en lo que respecta a este confinamiento por un tema de salud pública. Por un lado observamos a las autoridades dando datos de contagiados y muertos todos los días por el COVID-19, piden que se resista el encierro, y cual tormento chino como gota a gota que caen la cabeza, van anunciando cuáles son las ayudas económicas que darán a la sociedad en sus diferentes sectores.
Por su parte los medios dan voz a los quejos de los grandes empresarios y el sector financiero por la falta de apoyo y la falta de escucha a sus propuestas, al propio tiempo que sale uno que dice “que no pare la economía”, desde su casa en la playa, que por cierto es el mismo que reparte el dinero de los programas sociales desde su banco y otorga créditos al consumo en pagos chiquitos.
Mientras, los que se pueden confinar y trabajan desde casa, sin que un peso de su salario se mueva, abastecen su despensa mediante aplicaciones desde su celular, hacen videoconferencias con sus seres queridos, se mandan afecto virtual, y publican notas de la catástrofe que estamos viviendo, de cómo cambiará el mundo, además de sugerir varios capítulos de cómo será esto cuando todo esto acabé, lo cual se anuncia como una serie de varias temporadas de un refrito del Despertar de los Zoombies.
Otros, los que sí tienen y deben salir a trabajar como es el personal del sector salud son vituperados por aquella población que debe estar en confinamiento, pero sale a la calle porque ya está harta de ver sus cuatro paredes, las pantallas y a su propia famila, y en este escape se topan con médicos y enfermeras y los quieren bajar del pesero porque seguramente traen el coronavirus a flor de piel y los van infectar; entonces, si tanto es el miedo ¿para qué salen del bunker lleno de papel de baño, cloro, toallitas húmedas y el infaltable gel antibacterial?
Y como lo he descrito anteriormente, podemos seguir narrado una serie de conductas que se han observado en estos días por el confinamiento, como es la violencia intrafamiliar exacerbada por el encierro o lo complicado que ha sido llevar al sector educativo en línea, pero esas son otras tantas historias que soltaran su relato en su oportunidad.
Lo que no se observa muy seguido, al menos en las redes, es la oportunidad de construir una buena comunicación política desde la ciudadanía. Se aprecian memes, pero pocos contenidos de análisis profundo escritos por ciudadanos comunes, donde se demande no sólo al gobierno, sino a la población un comportamiento acorde a los tiempos que estamos viviendo.
Si bien algunas ONG han hecho campañas que contribuyen atenuar estos tiempos, no se ve una población que esté dispuesta a cambiar ni sus hábitos, ni sus costumbres, por el contrario, aprovecha las redes para exponenciar sus quejas de lo que el de junto hace o no hace, de poner una nota que considera que puede incendiar las redes pero que no ha leído completa: se fue con el titular, y no con el contenido.
Sí vale tomar las ideas de otros y compartirlas, pero a partir del debate ciudadano que nos ayude a mitigar la indiferencia en la que nos hemos sumido y que disimulamos con emoticones y gifs a pié de imágenes o estados de facebook.
Se requiere que los ciudadanos nos politicemos, que entendamos que sí, es una pandemia, pero que si se tienen las precauciones necesarias podemos salir bien librados; que no hay bombas que caen desde el cielo o francotiradores apostados en las azoteas esperando a quitarnos a la vida. Esto no es una guerra que al terminar se verán territorios destruidos; sí, locales cerrados que económicamente no aguantaron la crisis , pero no se les fue la vida. Las redes deberían ser hoy ese espacio de construcción y difusión de políticas públicas desde la ciudadanía, ¡vayamos poniendo los tabiques, pues!

México. Licenciada en Comunicación y maestra en Relaciones Internacionales por la UNAM