No hay duda de que con la llegada de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) a la presidencia de la República, la forma de comunicar política cambió. La instalación de la conferencia de prensa matutina cotidiana bautizada como “La mañanera”, fue uno de los elementos de estrategia política y de comunicación que el nuevo presidente de México implementó a su llegada a la magistratura y posición política más importante del país, buscando con ello, fijar la agenda pública diariamente
A su vez, muchos percibieron este ejercicio como una innovación – aunque esta practica comunicacional ya la había realizado durante su administración como Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal – de rendición de cuentas y ejercicio comunicacional por parte de distintos medios, hasta internacionales, y más por tratarse de un país donde se estaba acostumbrado a intercambiar ideas entre el gobierno y los ciudadanos solamente en campaña. Sin embargo, de alguna manera, la estrategia cambió y este ejercicio político y mediático se deterioró.
Resaltando últimamente por la ola de “reporteros” que hacen preguntas cómodas o a modo al presidente en ocasiones claramente para cambiar alguna temática controversial como sucedió recientemente en el caso de los feminicidios y aunado a las acusaciones de montaje hechas por diversos lideres de opinión, la mañanera ha ido perdiendo prestigio mediático, social y político.
Un dato que revela la ambigüedad de la información que maneja el presidente López Obrador en dicho ejercicio de comunicación política, es que, de acuerdo con el sitio Verificado.Mx, ha mentido en un 56% de las veces durante la conferencia, principalmente en periodos de crisis que han sucedido en el último par de meses, siendo la violencia de género, feminicidios y la reciente aparición y expansión del Coronavirus los temas que han demostrado la limitada capacidad del presidente para reaccionar en términos comunicativos – y yo diría que también políticos –.
Ante escenarios de crisis de gran relevancia y complejidad, la falta de estrategia de comunicación gubernamental, más allá del activo de la mañanera, ha quedado evidenciada pues mientras AMLO reaccionó mal ante la exigencia de las mujeres mexicanas de terminar con los feminicidios, tachando al movimiento como conservador y violento desestimando sus causas, la contención y manejo de crisis fue errónea, al limitarse a difundir un decálogo improvisado y sin sustento técnico y especializado en la metería que agravó la crisis y dejó en evidencia la falta de preparación para afrontar dicho escenario.
Quedaron atrás los días en que las mañaneras definían la agenda a nivel nacional con facilidad, principalmente ante una oposición incapaz de generar contenidos a partir de una estrategia establecida que hiciera frente a temáticas tan absurdas como la venta del avión presidencial o simplemente ante el monólogo de López Obrador que, como dice una cosa, también dice otra.
La comunicación de crisis es fundamental para sostener la capacidad de gobernabilidad y actualmente, las acciones del gobierno de México han quedado opacadas por la incapacidad técnica y política del mandatario mexicano para transitar de una estrategia de campaña permanente a la estrategia de comunicación del Gobierno de México, una estrategia que necesita enviar un mensaje de unidad y que transmita certeza y confianza a la opinión pública.
En un escenario de emergencia sanitaria AMLO desperdicia su papel y capital político como principal activo comunicacional de la llamada 4T y eso, a la postre, le puede costar no solamente política y socialmente, sino también le puede generar altos costos electorales.

México. Consultor en Comunicación Política y activista digital