Por Lorena González Boscó

Desde que Auguste y Louis Lumière dieron a conocer y popularizaron su invento del cinematógrafo mediante sus películas, la política estuvo inmersa en sus historias, y dos filmes dan cuenta de ello: El Desembarque de los Congresistas (1895) y la Coronación de Nicolás II (1896). Filmar entonces esos acontecimientos, si bien, no fueron parte de un plan o estrategia de comunicación política, tal y cómo hoy la conocemos, son, sin duda, los albores de los principios de la construcción de la imagen pública premeditada.

El desembarque de los congresistas añadió un nuevo formato al discurso periodístico de la época que hasta entonces era exclusivo de los diarios impresos, limitado a aquellos que supieran leer y de ellos, a los que les interesara estar informados del acontecer cotidiano mediante la prensa.

Lumière – Arrivèe des Congressistes â Neuville-sur-Saône (1895)

La llegada del cine democratizó el acceso a la información periodística. Los acontecimientos eran filmados, editados y montados en una película y quienes las veían, abrieron sus ojos a otros mundos desde la óptica de quienes hacían el cine de entonces. Este nuevo formato de entrega de la información, en principio, basado exclusivamente en imagen en movimiento, títulos y música en vivo, empezó a cambiar la percepción de los acontecimientos, los personajes y el poder, el cual también fue el predecesor de los noticieros televisivos.

La película de la coronación del último zar ruso, Nicolás II, y su posterior exhibición en las recientes salas cinematográficas, la podemos apreciar hoy día como un acto claro de comunicación política. Se trató de mostrar a una Rusia fuerte y estable, a un joven zar que gozaba de la aprobación de la clase política y de una burguesía parecida a la inglesa en pleno auge de la era victoriana; el mensaje: la supremacía de la monarquía como forma de gobierno, aunque la realidad rusa de las clases populares marcaba otra historia que pronto las llevaría a ser parte de las revoluciones de los albores del siglo XX.

La Coronación del zar Nicolas II

Antes que cualquiera, ¡Pancho Villa en Hollywood!

José Doroteo Arango, mejor conocido por sus motes: Pancho Villa o El Centauro del Norte por su aspecto, personalidad y desempeño como uno de los Generales de la Revolución mexicana (1910-1920), atrapó la mirada de un incipiente Hollywood ávido de tener historias que contar.

Villa no sólo obtuvo un pago por su participación en las películas: La Batalla de Ojinaga y La vida del General Pancho Villa, que lo ayudó a financiar la campaña militar del norte;  también construyó una imagen sobre la lucha revolucionaria en México y los mexicanos.

La Batalla de Ojinaga (1914), Mutual Film Corporation

Villa logró ser el más reconocido de los caudillos mexicanos. Se siguen haciendo películas sobre la temática villista, perdura un personaje que sirve para comunicar políticamente. Cuando en México se quiere hablar de héroes o caudillos, Villa sigue siendo rentable.

La Revolución mexicana es uno de los pasajes de la historia más recurridos cuando se quiere hablar de héroes y transformadores. En el actual gobierno Villa no fue electo, el lugar lo tiene Francisco I. Madero.

Imagen institucional del Gobierno de México para el sexenio de Andrés Manuel López Obrador

PERFIL LORE

 Lorena González Boscó

@LGB

México. Es licenciada en Comunicación y maestra en Relaciones Internacionales por la UNAM. Consultora en Comunicación Educativa y Monitoreo de Medios; su pasión, la formación universitaria.  Contacto: lgobo@unam.mx 


Anuncio publicitario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.