por Gabriel Contreras

Uno

En días pasados, “El Universal” compartía un vídeo en el cual una madre de familia mexicana reclamaba, en el pasillo de un aeropuerto, al titular del poder ejecutivo por haber retirado los apoyos de Conacyt para que uno de sus hijos participará en la Olimpiada de Matemáticas.

Inicialmente, el mandatario quiso negar el hecho. Después de trastabillar, acabó por aceptarlo. Ese hecho, que parece insignificante, no lo es. Ese hecho nos habla de cómo es concebida la inteligencia matemática hoy por parte de las autoridades mexicanas. Desgraciadamente, no se trata de un hecho accidental ni aislado. Es un problema verdaderamente amplio. Ojo.

Dos

El genio, esa persona un tanto enigmática, que ha sido distinguida por sus posibilidades superdesarrolladas para abordar o resolver cierto tipo de problemas, o incluso para plantear los, y cuyo perfil puede encuadrarse socialmente en muy diversos espacios, tocando actividades de carácter intelectual, académico, matemático, artístico, social o deportivo, sigue siendo una de las grandes cuestiones para el mundo actual, al mismo tiempo que contribuye, paradójicamente, tanto al desarrollo y supervivencia de la vida humana y natural, como a la destrucción del tejido social, los bosques y los mares.

Curiosamente, al tratar de enfocarlo en términos de bioética, el genio, como en los cómics de superhéroes, es una esperanza, que también puede depararnos una amenaza.

En síntesis: es posible retratar al genio como un gran creador de soluciones, pero también, en ciertos casos, como un “artista de la destrucción”.

Así,  vista en perspectiva, la palabra genio resulta aplicable para seres excepcionales por su capacidad de análisis, como Albert Einstein, Kant, Hitchcock, Churchill, o figuras de la acción física, como Nadia Comanecci o Messi.

Eso no nos impide observar que existen también genios del “lado oscuro”,  como Al Capone o Ted Bundy, autores de diversos tipos de delitos, pero a la vez capaces de “argumentar” sus acciones, dotándolas de un “sentido” casi casi artístico.

Tres

Ilsa Ortiz tiene algo que aportar al respecto, ya que ella es la Presidenta de Mensa en México. Mensa es la Asociación Internacional de sobredotados, e integra en sus labores a genios de diversos campos y todas las nacionalidades. Opera desde 1946, tiene su sede en Inglaterra y cuenta con más de 120 mil miembros.

En entrevista exclusiva, Ortiz nos indica que los sobredotados, tanto en México como en muchas naciones, enfrentan conflictos que pueden ser abordados de distintos modos. Y en todo ello, afirma, se hace visible algo que Ken Robinson llama “El elemento” y ella prefiere llamarlo “El núcleo”.

O sea, se trata de un tema o un aspecto que logra convertirse en el motivo más importante para la atención del genio y logra establecer a su alrededor numerosas aristas, que son a su vez áreas de interés para el genio y acaban por establecerse como un marco de organización para su mente, orientándolo a labores productivas y de beneficio social.

Según lo explica la representante de Mensa, el sobredotado suele ser una persona que desarrolla su vida con base en constantes retos y en ese sentido, se vuelve crucial la cuestión de contar con un «Elemento» o un “Núcleo”, que orienten productivamente su energía, ya que esos desafíos por sí mismos no son necesariamente positivos.

La entrevistada añade que otro de los aspectos que contribuyen al fortalecimiento del desarrollo del sobredotado es la posibilidad de encontrarse con grupos que fortalezcan su esfuerzo a través de incentivos, y que además le permitan avanzar en áreas libres de bullying.

En la visión de Ortiz, el genio sólo se desarrolla cuando cuenta con la suma de estos aspectos ya señalados. Es decir: el haber encontrado su “Núcleo” o “Elemento” y además, el contar con grupos que incentiven la vocación “productiva” del talento en cuestión y por último, el haber trascendido los riesgos del bullying, que es uno de los factores que suelen reventar a las inteligencias en proceso de desarrollo.

Cuatro

Paradójicamente, mientras observamos la postura de Ortiz, nos detenemos en el hecho de que es mucha la gente de inteligencia superdotada que enfrenta distintos obstáculos para obtener un lugar, un espacio y un reconocimiento a su esfuerzo en las instituciones mexicanas (tanto del ámbito privado como el estatal) y vemos también cómo el Gobierno Federal mexicano retira sistemáticamente cada día más apoyos a la investigación, el talento y la creatividad a nivel institucional (ciencia, investigación, cuidado ambiental, etcétera) asestando un golpe tras otro a las universidades, los centros de investigación y cuerpos docentes que operan actualmente en nuestro país, generando con ello algo equiparable  a una “guerra contra la inteligencia”.

Y en ese contexto de escaso apoyo y atención oficial, es realmente complicado y severo pensar en nuevas oportunidades para los jóvenes con una gran inteligencia potencial, en vista de que nos hallamos frente a un rechazo gubernamental de la meritocracia y desplazado por el surgimiento de una política educativa “igualitaria” y masificadora, en la que la capacidad intelectual deja de ser un mérito, un factor de élite y a nombre de una supuesta igualdad, desaparece entre las arenas movedizas de la mera condición del “ciudadano”.

 


Gabriel PerfilGabriel Contreras

@geceeme

México. Periodista, dramaturgo, escritor, productor de radio y televisión, psicólogo y podcaster.


 

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